El negocio del reciclaje


Hace cerca de treinta años, esta moda aparentemente tan reciente del reciclaje ya existía, en mi barrio había un almacén donde recogían el papel usado y lo pagaban al peso, no era mucho lo que pagaban, pero era algo, y si pagaban por el papel que les llevábamos no era por generosidad, ecologismo, altruismo ni ninguna otra causa similar, era porque, ya entonces, el reciclaje de papel era un negocio como cualquier otro y producía beneficios.
El reciclaje, es, sin duda alguna, una práctica beneficiosa para el ecosistema, y como tal los gobiernos hacen muy bien en promover el reciclaje. Ahora bien, lo que no parece ético es que los gobiernos saquen provecho de ese negocio a cosa de los ciudadanos.
Recomiendan el reciclado separativo, con lo que el ingrato trabajo en una planta de reciclado se dulcifica en cierta manera, sin embargo no ponen los medios necesarios para ello, se disponen contenedores para residuos orgánicos e inorgánicos, hacemos el esfuerzo de separarlos y para nuestra sorpresa vemos como en algunas ciudades es el mismo camión, con los mismos operarios (intercambiando sus puestos para disimular) se lleva el contenido de unos y otros contenedores mezclados.
Los ayuntamientos cobran unas tasas por recogida de basura, tasas que podrían evitarse si se produjese un reciclado efectivo con los beneficios que se obtienen del reciclado. No parece muy lícita esa postura por parte de los ayuntamientos, se desincentiva a los ciudadanos, que seguramente serían más activos en su reciclaje si viesen que eso les beneficia de alguna forma visible.
La excusa de que no son rentables las explotaciones de reciclaje, porque generan más gastos que beneficios, no parece válida ni justificable, si un negocio no es rentable, la vía no es pedir subvenciones para convertirla en rentable, sino en investigar, y desarrollar métodos de aprovechamiento de los residuos que hagan más rentable la tarea de reciclado.

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